
Ayer llore sin razón aparente, pero en realidad si tenía una razón para hacerlo.
Luego volví a sonreír y sentí que todo sería mejor pero de repente me deshice en tus brazos, solo porque me lo permitiste.
Lloré, y seguí llorando sin poder parar, y en ese momento me dijiste: "Llora todo lo que quieras, mañana todo será mejor y no volveras a sentir lágrimas correr". Y tomaste mi mano, tomaste mi alma y ya no me dejaste caer, me mostraste tus alas sin querer y me dejaste guardar la imagen de tu corazón en mi mente.
Ahora me doy cuenta que no puedo huir de mi propia mente pero que no corro peligro si me enfrento a la parte mi mísma que me estaba ahogando.